lunes, 25 de octubre de 2010

HECHOS NO REVELADOS DE LA CRISIS BANCARIA.

Nadie puede conocer más secretos que yo sobre la crisis bancaria del 2003. Y nadie de los que me rodearon puede apropiarse de la verdad sin yo valorarla, porque desgraciadamente me tocó asumir el cargo de Gobernador del Banco Central cuando la crisis estaba a punto de estallar. Eso me dio el privilegio de manejar información que no todos mis colaboradores conocen.

También me resulta extraño y me causa pena al mismo tiempo, leer esos artículos mal fundamentados de funcionarios que tienen largos años ocupando altas posiciones en el área financiera del Banco Central que pasaron por alto hechos escandalosos que jamás debieron ocurrir. Funcionarios que protegí y mantuve a mi lado aunque el dedo acusador lo señalaban como responsables de que no se detectaran a tiempo los fraudes bancarios.

No quiero decir que fueran cómplice de ese desastre ni nada que se parezca. Simplemente, deberían callarse la boca.

Pero también están mis queridos colaboradores. Entre ellos hubo diferencias de opiniones y conflictos personales, lo que en una crisis de esa magnitud, es normal. Hoy, 8 años después, esos colaboradores siguen siendo mis amigos y a todos les agradezco el sacrificio que significó estar presente en esa batalla.

Por desgracia, algunos de ellos están pagando el costo de esa valentía, cuando son perseguidos políticamente y sometidos a la justicia por un Gobierno que se benefició de esa crisis e hizo causa común con sus responsables. Están llenos de odio y venganza porque jamás nos perdonaran que esos banqueros estén presos.

Ahora bien, uno de mis cercanos colaboradores ha ofrecido una versión personal de los rescates aduciendo que estuvo de acuerdo con todo lo que se hizo, incluyendo el salvamento de los depositantes, pero que sus opiniones no fueron escuchadas en cuanto a los plazos de los certificados, elevando el costo del rescate.

Les contaré una historia, no revelada hasta ahora, para que entiendan porque ninguna de esas opiniones me tiene sin cuidado. Después del colapso Baninter, un informe preliminar daba cuenta de que el Bancredito estaba igualmente en quiebra y que había que recurrir al mismo procedimiento de salvataje.

Viendo lo que se avecinaba, llame urgente a los técnicos del FMI que estaban instalados en el piso 8 del Banco Central y les dije lo siguiente “no quiero que me hablen de mas salvamentos de depositantes porque esta vaina no la voy a permitir”.

El jefe del equipo del Fondo me dijo lo siguiente: “Gobernador si esa fuera una decisión de la Junta Monetaria tendríamos que cancelar nuestro acuerdo de asistencia a República Dominicana, pero si es una opinión suya debemos recomendarle que la revise ya que por las condiciones en que se encuentra el sector financiero del país, no hay otra alternativa que continuar los salvamentos y para eso estamos aquí, ya que usted nos llamó para ayudarlo y evitar una crisis sistémica que hunda el sistema de pagos. Además, no deben crearse obstáculos para hacer líquidos los depósitos del público en los bancos a ser intervenidos, porque es la única forma de que la gente mantenga la confianza en los bancos no infectados y en el propio Banco Central”.

Yo me quedé en silencio y cuando hablé solo atine a decir “bueno, ojalá no cueste lo que costó Baninter, pero de todas formas, tengo que informárselo a la Junta Monetaria que tendrá la decisión final”.

Eso explica porque en los salvamentos bancarios del 2008 y 2009 alrededor del mundo no se entregaron certificados a los depositantes de los bancos colapsados. Su dinero estaba disponible de inmediato.

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