Amigos todos:
Agradezco a
la Fundación Ciudadano Verde Dominicano, en la persona de su Presidenta, Gloria
Polanco, el reconocimiento que
recibo hoy.
Quiero
destacar el hecho significativo de que esta fundación, cuya base se cimenta en
la prestigiosa Pontificia Universidad Madre y Maestra, está presidida por una
joven mujer.
Sin dudas, la
preocupación de la juventud y la mujer por la problemática medio ambiental es
una noticia muy positiva, la cual celebro de todo corazón.
La
conservación y el uso racional de los recursos naturales es uno de los temas de
mayor interés para quienes estamos comprometidos con la sustentabilidad del
desarrollo y el mejoramiento de la calidad de vida de nuestra población.
Al recibir
este reconocimiento, reitero mi compromiso con el uso racional y la
preservación de los recursos naturales.
Igualmente,
reafirmo mi dedicación al trabajo para mejorar la calidad de la vida de nuestra
gente de los campos y de las ciudades.
Obviamente, los
fenómenos naturales que recientemente han impactado duramente toda la región
caribeña, han servido para reactivar el debate sobre el estrecho vínculo que existe
entre el cambio climático, el medio ambiente y la vulnerabilidad de nuestra
gente, especialmente los menos favorecidos.
En ese
contexto, expreso mi convicción de que la República Dominicana está compelida a
realizar una transición necesaria hacia un modelo de desarrollo sustentable e
incluyente. Para alcanzar ese objetivo, es imperativo trabajar sin descanso
para preservar nuestros bosques, nuestros ríos, y nuestros arrecifes.
Durante más
de cinco décadas, he tenido una vinculación directa con numerosas iniciativas
dedicadas al cuidado del medio ambiente y los recursos naturales en el país.
Permítanme
destacar algunos hechos relevantes de esa vinculación:
En primer
lugar, conocí de cerca y apoyé el extraordinario trabajo realizado por el Padre
Luis Quinn en San José de Ocoa.
Esa obra es
un referente imperecedero del compromiso con la preservación del medio ambiente
y el mejoramiento de la calidad de vida de los pobladores rurales.
Como
Secretario de Estado de Agricultura, cargo que ocupé en el período 1978-1982,
tomé la iniciativa de crear la Sub-secretaría de Recursos Naturales. Desde allí
se dieron pasos importantes para la gestión integral de ese sector de la
administración pública.
Igualmente, como
Secretario de Estado de Agricultura, apoyé con entusiasmo el Plan Sierra de nuestras
montañas norteñas. Los aportes de esa iniciativa, que estuvo presidida por
Monseñor Roque Adames, han servido para preservar los recursos naturales,
generar ingresos, y mejorar sustancialmente la calidad de vida de los
habitantes en esa importante región.
Consciente de
que los recursos humanos especializados son vitales para el desarrollo, durante
mi gestión como Secretario de Agricultura, firmé un acuerdo con la Universidad
de la Florida para el entrenamiento, a nivel de postgrado, de profesionales
dominicanos en el área de manejo de recursos naturales.
Fruto de ese
acuerdo, se graduaron de veinte de dominicanos a nivel de maestría y doctorado.
Sus tesis de grado estuvieron referidas al manejo de la Cuenca Hidrográfica del Río la Cuevas,
en Padre las Casas, provincia de Azua.
Ese es un
referente nacional del vínculo entre la academia y la práctica
conservacionista.
Me satisface
que, en mi condición de Presidente Constitucional de la República, tomé la iniciativa
de crear, en el primer año de mi mandato, la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y
Recursos Naturales.
Fruto de esa iniciativa, el país ha podido dar
coherencia a las acciones de numerosas instituciones públicas que antes
actuaban aisladamente. Las políticas públicas emanadas desde ese ministerio han
dado soporte institucional a los numerosos planes, programas y proyectos
vinculados al medio ambiente y los recursos naturales.
También desde
la Presidencia de la República, ofrecí todo mi apoyo a la construcción de la
infraestructura de riego que hoy sustenta la siembra de banano orgánico en la
Región Noroeste. Fruto de ese esfuerzo, hoy somos uno de los más grandes
exportadores de ese rumbo en el mundo.
Como algunos
de los presentes saben, mi pasión por la agricultura me ha servido para
involucrarme directamente y apoyar la agricultura bajo invernadero.
Esa pasión
también me ha servido para establecer, en San Cristóbal, una modesta estación
agrícola sembrada de numerosas especies frutales. Me satisface de manera
particular que allí tenemos más de 200 variedades de mango.
Todo ese
material, cultivado de forma orgánica, está disponible para el desarrollo de
nuestra agricultura. Quiero dejar ese banco genético como un legado muy
concreto al campo dominicano, como hijo agradecido del campo que soy.
Señoras y
señores:
Nuestro país,
como todo el mundo, vive un período de transición que impacta la vida de cada
uno de nosotros. El uso racional y la preservación de los recursos, sin dudas,
son factores claves para que hagamos exitosamente esa transición necesaria.
Yo veo con
optimismo la capacidad que tenemos los dominicanos y dominicanas de trabajar
juntos y tener éxito en esa misión. De manera particular, confío en el
idealismo y la pasión que la juventud está poniendo en esa noble causa.
Al hacerme
este reconocimiento, la Fundación Ciudadano Verde Dominicano me estimula a
continuar trabajando a favor del desarrollo agrícola, la preservación del medio
ambiente, y el mejoramiento de la calidad de
vida de nuestra gente.
Tengan
ustedes la certeza de que soy y seré un aliado de la misión que guía los pasos
de esta fundación.
Muchas
gracias.
Hipólito
Mejía
24 de octubre
de 2017